Lenrok Runetotem, Druida Tauren

Estoy aquí en Orgrimmar, con una sola meta, la destrucción total de las fuerzas que corrompen la naturaleza.

La historia de mi vida no te impresionara, no he hecho cosas extraordinarias, no he tenido grandes dificultades, no soy un héroe.

Todo empezó en una noche, después de haber ayudado a mi padre a cazar y recoger mi primera pieza fue como un estallido, un estallido de algo que llevaba mucho tiempo olvidado en mi corazón, algunos lo llamarían la Quintaesencia, yo lo llamo Naturaleza, desde ese mismo día tuve claro mi destino, ser un Druida.
Como curiosidad, me parece que..si puede ser... creo que coincidio con mi 40 aniversario de nacimiento.

Estuve entrenando duro para conseguir esto último, le debo mucho a Gennia Runetotem, en esas primeras etapas de mi vida Druídica, me guio por el mundo de la naturaleza.

Me mantuvo siempre ocupado, bien haciendo tareas para fortalecer mi espíritu, bien haciéndolas para fortalecer mi cuerpo.

En esos primeros momentos de mi vida también aprendí a desollar animales y confeccionar armaduras con sus pieles.

Aprendí a convivir con los animales de las llanuras, pero también aprendí a matar de forma despiadada utilizando las debilidades de estos.

Aprendí lo mejor y lo peor de las artes druídicas, pero cuando comprendí la verdadera naturaleza de los poderes druídicos…….me acuerdo muy bien de ese día.

Me acuerdo de que sacrifique varios lobos y águilas, fabrique un collar de plumas, al día siguiente tenía que entrar en Cima del Trueno,coincidiendo con mi 50 aniversario de nacimiento, y como manda la tradición pasaría la noche meditando en la Meseta Rocaroja.
Me acuerdo que no dormí aquella noche, estaba sumergido en mis pensamientos, en mis rezos a la Quintaesencia, en mis reflexiones….

Cuando despertara lo haría como un Tauren nuevo, mis padre era guerrero del clan Bloodhoof y mi madre paso a formar parte del clan cuando se unieron, yo, pasaría a formar parte del clan de mi instructora, el clan Runetotem.

Estaba sumergido en razonamientos, cuando, de repente sin saber cómo, mi quintaesencia se encendió, le revelo algo a mi cerebro, que sospecho, mi corazón sabia ya desde hace mucho, los Druidas somos capaces de lo mejor…..pero también de lo peor, sabemos sanar la naturaleza, pero también podemos dañarla, a nuestro antojo.

Podemos moldearla y hacerla a nuestra medida, somos la luz y la oscuridad, el agua el fuego, y comprendí que esto es así porque lo uno no puede existir sin lo otro, porque la paz solo seria alcanzada mediante guerra, porque la protección de la naturaleza solo seria lograda mediante la exterminación de todos los que la puedan perjudicar.

Comprendí que la paz entre la Alianza y la Horda era solo un sueño, que la única paz posible para la Horda seria la exterminación completa de la Alianza, excepto de los Druidas que compartieran el objetivo de la paz.

Mire al horizonte y me di cuenta de que, a no ser, que se exterminara a la Alianza, a los Demonios y a todos los que se interponen en el camino de la Horda, no habría paz.
Sé que en mi generación no se alcanzara la paz, sé que no viviré para ver un mundo nuevo, sé que mi mundo estará dominado por la guerra, y, yo mismo estoy decido a exterminar a los que se interpongan en la Horda, porque solo así, en algún momento uno de mis descendientes pueda contemplar Mulgore desde aquí pensando, únicamente, en que cenaran ese día.
Cuando me desperté de mis pensamientos, me di cuenta de que era de día, había llegado el momento, recogí mi ropa y mi bastón del suelo y baje de la cima de la meseta, ahí abajo me esperaba mi maestra Gennia Runetotem, me pregunto si estaba preparado, la respondí con un pequeño asentimiento de cabeza, supongo que por la expresión de mi cara no me pregunto que había pensado.

Y entonces mientras andábamos mi vista se iba nublando, un paso….otro paso, era como si el mundo entero se apagara, sabía perfectamente lo que era eso, todavía no controlo muy bien el acceso al sueño esmeralda.

Tengo que llegar al ritual me dije a mi mismo, y así con la vista obnubilada dividida entre la realidad y el sueño esmeralda, llegue sin saber cómo a estar delante del Archidruida Hamuul Runetotem.

Mi maestra me había preparado durante mucho tiempo para la prueba, pero, aun así, me pareció que se me olvidaba todo en ese momento.

Justo en el último instante me acorde de que para empezar tenía que arrodillarme y ofrecerle la corona de plumas para demostrar que la naturaleza me había elegido, enseguida debía introducirme en el sueño esmeralda y entonar un cántico a la naturaleza.

Sin saber cómo lo conseguí, y lo próximo que recuerdo es estar en el alto de los ancestros, rodeado de los que desde ahora serian mis hermanos de espíritu, los Runetotem.

Y aunque ya tenía claro lo que quería hacer no tenía ni idea de cómo empezar, estuve algunos días hablando con mi antigua maestra Gennia Runetotem, pidiéndola consejo, explicándola que el equilibrio en la naturaleza solo seria alcanzado gracias a la destrucción.

Al fin decidí ir a Orgrimmar y desde ahí planificar mi viaje para erradicar de azeroth a cualquiera que representase un peligro para la naturaleza.

Tuve suerte, solo unos días después una caravana salía desde Cima del Trueno hacia Orgrimmar, me ofrecí a actuar como escolta y así, además de ir a Orgrimmar, conseguí algo de dinero.

Lo mejor del viaje fue que pude practicar, y unirme aun más a mi aspecto animal.
Lo peor fue que uno de los otros escoltas era un asqueroso brujo renegado, aun así tuvimos varias interesantes conversaciones sobre el equilibrio y la naturaleza.

Sin ningún problema grave pasados 6 días llegamos a Orgrimmar, ahí reserve una habitación en la posada y de momento sigo esperando alguna chispa de inspiración que me lleve a mi próxima tarea.

Aquí empieza mi historia, el final, aun no esta escrito.


Como me insistio mi maestra he decidido escribir un Diario, para que lo que yo haga no sea olvidado por los druidas dentro de muchas lunas, para que el camino que yo empeze lo sigan otros, y nos vayamos acercando cada vez mas a An'She.