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 Daeron Sírfalas [ - Kal'dorei - ] [ - Druida de la Cornamenta - ]

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Hamlet




Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 25/04/2010

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MensajeTema: Daeron Sírfalas [ - Kal'dorei - ] [ - Druida de la Cornamenta - ]   Daeron Sírfalas [ - Kal'dorei - ] [ - Druida de la Cornamenta - ] I_icon_minitimeLun Mayo 03, 2010 1:20 am

Nombre: Daeron Sírfalas
Edad: 10.238
Genero: Masculino
Raza: Kal’Dorei
Clase: Druida de Equilibrio
Ocupación actual: Aprendiz de druida de la Cornamenta.

Descripción física:

Daeron es un Kal’Dorei de estatura promedio, apenas mas alto que otros de su especie, de cabellos largos y blancos, cuerpo tallado y de armoniosa figura, como de costumbre entre los suyos, sus ojos son de un dorado intenso demostrando la gran experiencia y sabiduría obtenida con el paso del tiempo. Suele usar pocos ropajes y de los que lleva suelen ser bastante sueltos. Algunas cicatrices marcan su pecho y hasta sus brazos pues las terribles batallas han dejado marcas sobre él.

Descripción mental:

Frio, reservado y analítico son las tres características que lo describen. No suele darse a la vista en muchas ocasiones, mas bien prefiere pasar desapercibido. Servicial y protector son algunas de sus virtudes más notables. Aunque a la vez suele ser algo agresivo en su habla y a la vez algo estricto. Los recuerdos lo mortifican día y noche, por ende suele andar solo, tal vez evitando riesgos no solo para él sino que para los demás.



Historia


Estaba amaneciendo, pequeños rayos de sol traspasaban las copas de los altos árboles formando delgadas columnas de luz entre las sombras del bosque de Ashenvale. El rocío del amanecer humedecía las hojas y el corto pasto, dando un brillo especial al final de la noche. Acompañado de su propia soledad, un elfo, de largos cabellos blancos y amplios hombros, se encontraba parado detrás de una de las pocas columnas de luz, con la mirada perdida en el oscuro cielo cubierto de hojas, dejando caer gota a gota sobre su rostro. Perdido en una enorme nube de recuerdos y pensamientos, que lo atormentaban, su cuerpo, inerte no daba mas señal de vida que una suave respiración en el pecho, el pasado lo perseguía.

El pozo de la eternidad, la joya de la sociedad más grande nunca antes conocida, los Hijos de las Estrellas. Al pie de dicho lago se forjo una ciudad, la esplendida y gloriosa Zin-Azshari. Una época de paz y tranquilidad, en la que un Kal’Dorei mas despertaba en una humilde familia compuesta por un honorable guerrero llamado Tuor Sírfalas, y una bella seguidora de Elune llamada Luthien Caláfalas. El comienzo de una historia más entre miles de vidas se forjaría ese día, la de Daeron Sírfalas. De una corta y muy alegre infancia grandes emociones, mas que grandes travesuras, las de todo niño curioso por saber.

Siempre fue un joven muy rebelde a pesar del enorme cariño que su familia le otorgaba, su curiosidad en ese entonces era mas grande que todo lo que adoraba las demás cosas, el mundo era inmenso y él quería saberlo todo de él, nada podría pararlo, siempre buscando motivos y excusas para mantenerse alejado de lo ya conocido para develar en su pequeña mente lo desconocido. Una infancia común para los de su especie, con nada en particular mas que su rebeldía, la cual siempre fue reprendida por su padre quien sufría grandes sustos y enojos por causa del joven Kal’Dorei. Los años pasaron y el joven crecía, todo crecía y no solo él, lo que lo rodeaba también, pero un día entre tantos otros un enorme caos se desató dándole un fin a la juventud de Daeron.

Entro a su casa desesperado buscando a sus padres pero no los encontraba, no sabía que hacer, el mundo se estaba cayendo a pegasos, el fin había llegado. Rocas envueltas en un alo de candente muerte, canes demoníacos, figuras como sombras con enormes espadas atacaban y devastaban todo a su paso, sin dejar nada con vida en la gloriosa Zin-Azshari, el combate se forjaba en las calles. Todos caían ante el poder de tales aberraciones pero aun así nadie se rendía los soldados corrían por las calles en dirección al corazón del combate, el pozo de la eternidad. El no iba a ser uno menos a pesar de que el terror le nublaba la mente, sin pensarlo, tomo un bastón y salió a las calles, dispuesto a darlo todo por conservar la vida que conocía.



A medida que todos se acercaban al pozo había mas escombros de las construcciones destruidas, las batallas eran cortas y justas en el camino, podían superar en numero a los demonios por el momento, algo que al joven e inexperto Daeron dio enormes esperanzas. Al llegar al corazón del conflicto podían apreciarse increíbles y a la vez terribles imágenes.
-¡Es Malorne, el ciervo blanco!- Grito un soldado con una tonalidad esperanzada apuntando al este donde podía verse a este despedazando a los demonios con sus gigantescas cornamentas.
-¡Por Elune! ¡Agamaggan!- Grito otro soldado casi cantando victoria para si mismo, señalando hacia el palacio de la reina, donde podía divisar al enorme Jabalí rodeado de Espinas en las cuales morían sus contrincantes.

Todos dieron un grito de ánimos y empezaron a correr esperanzados, pero mas adelante estaban los demonios, que con velocidad uno a uno despedazaban a los Kal’Dorei. El joven Daeron no podía creer todo lo que estaba sucediendo, el final de su vida tal y como la conocía había acabado, pero no era tiempo de pensar, era momento de combatir, tiro el bastón a un lado y tomo la espada de uno de los tantos guardias muertos. La batalla duro largas horas y algunos grupos de elfos lograban resistir dificultosamente los terribles ataques de los demonios y hasta a veces, acabar con algunos. Una gigantesca roca prendida en un verdoso fuego callo detrás de ellos, causando una terrible onda expansiva, salieron varios metros expulsados, tanto elfos como demonios. Pero aun no se acababa ahí, el joven y aterrorizado elfo no podía creer lo que sucedía, nuevamente. La roca se levanto y comenzó a destrozar a los grupos de resistencia como si de nada se tratasen. La gigantesca bestia se acercaba a Daeron y a los pocos compañeros del grupo que aun estaban vivos junto a él, levanto sus enromes puños dispuesto a aplastar a las pequeñas criaturas y una terrible explosión se escucho, lo ultimo que sintieron, fue como el calor de su enemigo se acercaba a ellos anunciando su muerte.


De repente abrió los ojos, aun asustado, completamente mareado y muy confundido, se sentó tratando de recomponerse, miro a ambos lados, encontrándose rodeado por una serie de cuerpos, cadaveres en su mayoria, algunos se movían y hasta después de unos minutos se incorporaban, intentando saber que había ocurrido. Daeron simplemente se levanto, con la vista clavada en el horizonte que el mar le otorgaba.
-Estoy vivo… ¿Acaso es un sueño?- Se pregunto a si mismo aun confundido.
Giro su cabeza buscando respuestas y se acerco a los pequeños grupos que hablaban entre si, tratando de escuchar sobre lo sucedido.

-…creer que hemos vencido- dijo uno alegre pero claramente algo aturdido
-Con que fuerza ha implocionado el pozo… es increíble…- respondió de una forma muy particular.

No hacia falta escuchar mas, ya sabía lo que necesitaba saber. Observo el cielo despejado del atardecer durante horas. Realmente toda la vida como ellos la conocían… se había acabado… pero a partir de ese mismísimo momento, sus guías, el Shan’Do Stormrage y Tyrande Winterspring, los llevarían a forjar un nuevo futuro. Y así fue, con el paso del tiempo las heridas fueron cerrando y nuevamente los Kal’Dorei se habían levantado para volver a ser tan gloriosos como antes. Cuando el Shan’Do Stormrage se dedicó a trasmitir enseñanzas y advertencias, para crear una generación druídica, Daeron estuvo mas que dispuesto. Así pasaron largos años de su vida, aprendiendo a ser uno con la naturaleza, tratarla y cuidarla. Llegado el momento, cada discípulo debía escoger una rama de druidismo, es allí cuando la verdadera instrucción iniciaba.

El Equilibrio fue la elección del aun joven e inexperto Daeron. El camino del druida era largo, pero él no cedería ni un centímetro, y así fue, luego de incontables lunas ya estaba listo, al fin había sido reconocido como un druida más con la misión de proteger y sanar los bosques de Ashenvale. Al paso de los años la sociedad élfica se vio reconstruida con el árbol del mundo ya plantado y la esperanza recobrada era hora del sacrificio de los druidas.

Daeron no sabía muy bien que le esperaría en el Sueño Esmeralda, pero no tenía miedo, simplemente entro en aquellos túmulos, acompañado de dos druidas mas, se costo sobre una de las camillas de piedra que habían dentro de la construcción y dejo que la bendición de Ysera actúe sobre él de forma natural.



Y así fue, el sueño se apodero de él luego de varios minutos, por su mente pasaban imágenes confusas, era algo incomprensibles hasta que al fin había despertado, o eso creía él. Se encontraba en Ashenvale, elevo su mirada hasta los cielos, pensativo, todo era confuso, pero luego de unos minutos empezó a caminar, buscando respuestas. La naturaleza se conservaba en un alo de perfecta armonía, la tranquilidad era inigualable y sobre todas las cosas, era real, o eso pensaba Daeron. Los días pasaban en esa maravillosa tierra pero aun no había logrado encontrar a nadie, por más que lo intentaba.

Durante largos días observo lo que ocurría a su alrededor detenidamente, no entendiendo el significado del Sueño Esmeralda, al menos no del todo. Momentos más tarde algo extraño sucedía, el piso se movía levemente, los animales corrían nerviosos de lado a lado, los árboles lentamente se marchitaban dejando caer algunas hojas. Una señal llegaba a su mente… todo estaba por repetirse, solo que esta vez, sus aliados no serían los mismos. De repente, un cuerno se escucho a lo lejos, una extraña alarma lo despertó de una forma brusca, simplemente atinó a decir.

-Están aquí.- dijo, casi sin observar su totalmente cambiada apariencia, no era lo que le preocupaba en ese momento. Se levanto, y pocos segundos después los otros dos druidas que yacían en el túmulo junto a él, despertaron, lo observaron sin necesidad de mediar palabra se entendieron entre si, era hora de combatir una vez mas a los demonios. Salieron del Túmulo druídico, podía sentirse la desesperación en el ambiente, los druidas mantenían la calma, eso debían hacer.

Pocos momentos mas tarde la encarnizada batalla se desplegaba por todo el monte Hyjal, las imágenes se repetían, solamente que esta vez, el combate era en otro plano. Rocas infernales volvían a llover de los cielos, los canes demoniacos corrían en cantidades contra sus contrincantes, las sombras volvían a aparecer despedazando todo lo que se entrometía en su paso. Los pieles verdes y pieles rosadas ayudaban con la defensa de Nordrassil pero caían como moscas frente a las terribles fuerzas de la legión ardiente, no aguantarían mucho mas allí, el mismísimo infierno se alzaba frente a todos una vez mas, pero no cederían por nada, defenderían el Árbol del Mundo a toda costa, sin dudarlo. El bosque estaba sufriendo, y eso enfurecía a Daeron, desatando toda su enorme ira sobre los demonios, quienes eran los causantes de todo ese sufrimiento.



Con gran agilidad inmovilizaba a los demonios con las raíces de los árboles, quienes respondían al llamado de los druidas en su defensa. Espíritus de la naturaleza en completo movimiento, sin descanso alguno, hasta llamaban a estos para contribuir en la batalla, en forma de trents. Una batalla realmente infernal, pero no se rendirían, los demonios eran poderosos pero no los dejarían pasar.

Los humanos y los orcos batallaban juntos al frente ayudándose entre si, combinando la increíble potencia de las hachas orcas y espadas humanas. Los enanos se destacaban a la distancia con increíbles armas de fuego, los mismísimos Quel’Dorei contribuyan en la defensa lanzando poderosos hechizos contra la legión, para la supresa de muchos Kal’Dorei. Algunos de estos parecían un tanto confiados, pero Daeron conocía el enorme poder de la Legión Ardiente y sus mortales e infinitos esbirros, algo que no le permitía guardar la calma, aun cuando se veía obligado a retroceder.

Estaban siendo despedazados por los demonios, Daeron combatía a la mayor distancia que la naturaleza le permitía, manteniéndose a una distancia segura, pasado el tiempo fueron llamados a una retirada inmediata, las fuerzas habían sido reducidas a la mitad, los demonios caían pero aun superaban a los Kal’Dorei en una suma mayor al doble. Una explosión se oyó por todo el Monte Hyjal, desvió su mirada en dirección a Nordrassil. Allí estaba, el imponente Archimonde, destrozando a pedazos los motivos por los que se inició este nuevo combate, el Árbol del Mundo. Todo había acabado, era el fin, no solo la Legión Ardiente había cumplido su objetivo, sino que también los estaban despedazando.

Dejo caer su cuerpo, de rodillas, sobre la ensangrentada tierra, vencido, sin esperanzas, un demonio corrió hacia él, alzó su enorme espada, con absoluta decisión y casi inmediatamente, todo estallo una vez más…

Pocos sitios habían quedado en pie y muchos habían muerto, pero de alguna forma Elune los había vuelto a salvar aunque a un precio muy alto para los Kal’Dorei, su inmortalidad. Gran parte de la población enloqueció por ello, se volvieron agresivos y enormemente depresivos. No era el caso de Daeron, quien para entonces lo único que lo preocupaba era el estado de la naturaleza, casi como una obsesión.

Durante los próximos cinco años una enorme discusión entre los druidas se forjaría, varios, obsesionados con la perdida de su inmortalidad insistían en plantar una vez mas un árbol del mundo, mientras que el Shan’Do Stormrage y sus seguidores, entre ellos Daeron, se negaban a ello, las bendiciones no serían aceptadas por la naturaleza, y los dragones no las otorgarían una vez mas. Daeron intentaba hacer entrar en razón a sus hermanos druidas, pero pocos lo escuchaban, ni a él, ni al Shan’do.

Cuando Malfurion se sumergió misteriosamente en el sueño esmeralda, Fandral Staghelm, quien estaba de acuerdo con plantar un nuevo árbol del mundo, tomo el liderazgo del Circulo de Cenarius. Ofendido, Daeron decidió internarse en el bosque, para no salir hasta dentro de algunos años, no aceptaba el hecho de que la sabiduría del Shan’Do Stormrage sea negada.

El árbol fue plantado y bautizado Teldrassil, al crecer no tardó en verse afectado por la corrupción por lo que muchos druidas se dirigieron allí con la intención de limpiar Teldrassil de todo mal riesgoso. Daeron, iría a contribuir en el esfuerzo de los druidas, como un hermano mas.


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Bajo su perdida mirada, observando a ambos lados tranquilo y con gran seguridad. Ya era de día la tenue luz del bosque ya iluminaba lo suficiente, borrando ese brillo particular en el entorno, que el rocío de la mañana acababa de dar hasta no hace mucho. Simplemente empezó a caminar, con la mirada clavada en un punto en particular.

-No volverá a suceder…- dijo mientras se alejaba del plano en el que había estado parado todo el amanecer. Probablemente su destino era Teldrassil, el nuevo árbol del mundo.
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Vicky

Vicky


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MensajeTema: Re: Daeron Sírfalas [ - Kal'dorei - ] [ - Druida de la Cornamenta - ]   Daeron Sírfalas [ - Kal'dorei - ] [ - Druida de la Cornamenta - ] I_icon_minitimeMar Mayo 04, 2010 11:24 am

Me a encantado la historia


Saludos
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Hamlet




Mensajes : 16
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MensajeTema: Re: Daeron Sírfalas [ - Kal'dorei - ] [ - Druida de la Cornamenta - ]   Daeron Sírfalas [ - Kal'dorei - ] [ - Druida de la Cornamenta - ] I_icon_minitimeMar Mayo 04, 2010 6:09 pm

Me alegro que asi sea Vicky, le puse muchas ganas y esfuerzo a la historia realmente me alegro de que te guste ^^
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MensajeTema: Re: Daeron Sírfalas [ - Kal'dorei - ] [ - Druida de la Cornamenta - ]   Daeron Sírfalas [ - Kal'dorei - ] [ - Druida de la Cornamenta - ] I_icon_minitime

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